FAZ
Dentro de poco se va a celebrar la prestigiosa Feria del Libro de Frankfurt. El invitado de este año es Cataluña. Por primera vez en la historia de esta feria, no es un país el «país invitado». En lugar de aprovecharlo al máximo, Cataluña ha aparecido hoy en la prensa alemana como ejemplo de la discordia política y su extrapolación a la cultura. El director del Institut Ramon Llull (el Instituto Cervantes catalán) es el ex conseller republicano Josep Bargalló. Resulta que los autores catalanes que escriben en castellano (Eduardo Mendoza, Juan Marsé, Carlos Ruiz Zafón, Javier Cercas o Enrique Vila-Matas) no quieren ir a Frankfur a representar sus letras. ¿Por qué? Por la política sectaria en materia cultural y lingüística de la Generalitat. Otras veces me ha tocado defender parte de esta política frente a los abusos y la propaganda de algunos medios de comunicación. Hoy toca criticarla porque no parece razonable ni justo para los ciudadanos de Cataluña que un país como Alemania pueda llevarse esta impresión de esta tierra que siempre ha sido abierta y nunca excluyente.
El viejo Frankfurter Allgemeine ha publicado hoy un duro artículo poniendo verde todo este despropósito. El remate del artículo es soberbio: «Tal vez habría que seguir el ejemplo de Ramon Llull… Llul hablaba una docena de idiomas, entre ellos latín, hebreo, árabe, francés, español y catalán. Si alguien le hablaba, se cuenta, siempre contestaba en el idioma de su interlocutor».