Al filo de las once de la noche, cuando llegué a la sede del PSOE en Guadalajara, me llamaron la atención dos cosas: una, la convicción que tenían muchos de sus simpatizantes y afiliados de que había sido De Juana Chaos, y no Román, quien les había echado de la alcaldía; y dos, que Juan Pablo Herranz, subdelegado del Gobierno, estuviera en la cocina de su partido siguiendo el final del escrutinio. Y no sólo eso. Cuando por fin Alique compareció ante los medios, junto a Magdalena Valerio y Marisol Herrero, en medio de todos los periodistas, estando ya sentado, el propio Alique alzó la voz y dijo: «¡Juan Pablo, llamad a Juan Pablo para que venga aquí». Evidentemente, Herranz no fue. Ahí estuvo listo el subdelegado. Hubiera sido descarado e impresentable que el subdelegado del Gobierno compareciera ante la prensa al lado de un candidato, da igual si éste había perdido o no.
El batacazo de Alique es de los que hacen pupa. No se lo esperaban. Ayer por la noche, los socialistas alcarreños no terminaban de creerse estos resultados. Alguno de ellos decía: «ha sido una canallada, una verdadera canallada, no se puede hacer esto después de todo lo que ha hecho Jesús». Incluso un periodista me soltó: «si es que es facha, esta ciudad es una facherío y siempre lo será».
Triste. La ciudad de Guadalajara tienen todo el derecho del mundo a ser como le de la gana de ser, y lo digo yo que no precisamente simpatizo con la causa del facherío. Tampoco se puede achacar inteligencia a un pueblo si vota una opción o estupidez si elige la papeleta contraria. A lo mejor me equivoco, pero Román ha conseguido la alcaldía de la misma forma que el Madrid va a ganar la Liga: porque al final ha apretado el acelerador y, sobre todo, porque antes ha fallado el adversario que llevaba ventaja. Alique tenía todo a su favor, una gestión municipal que «vender» y la millonada que ha traído la Junta, pero Alique, al margen de si ha sido o no un buen alcalde, es un pésimo candidato. No sabe hablar en público, ayer incluso volvió a encasquillarse, no tiene don de gentes, ha subido los impuestos, se ha enfrentado a los vecinos del Ferial, ha taponado a los críticos en su partido, ha ninguneado a la oposición, ha sido distante con los medios y ha dado la lata demasiado con proyectos, como el Fuerte o el palacio de Congresos, que parecen eternos.
El PSOE de Guadalajara está obligado a hacer autocrítica. Porque la pregunta es: ¿si verdaderamente ha pesado tanto el voto ideológico de cuestiones nacionales, por qué no ha ganado Cospedal a Barreda?