La Garlopa Diaria

9 marzo 2007

La convivencia, en peligro

Me ha gustado mucho este editorial que publica hoy El Periódico de Catalunya porque cuenta de forma bastante ecuánime cómo está el patio en nuestro país:

«Con la convocatoria sin intermediarios de una manifestación mañana en Madrid contra la política antiterrorista del Gobierno, el PP ha dado un salto cualitativo en su forma de hacer oposición de difícil retorno. El partido de Mariano Rajoy cree haber encontrado en el caso De Juana Chaos el elemento aglutinador de la derecha que puede terminar de desgastar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y dar un vuelco a esa mayoría social española que encumbró al PSOE el 14 de marzo del 2004. Por eso los populares se han lanzado con una furia bien visible, pese a camuflarse tras el pacifista lazo azul, a crear en la calle un ambiente de tensión que resulte casi irrespirable.

Desde estas páginas queremos decir, sin dramatismos pero con contundencia, que tal estrategia nos parece peligrosísima porque daña uno de los principales valores de nuestra democracia: la convivencia. Ha bastado que el PP apretara el acelerador acusando al Gobierno socialista de ceder al chantaje de ETA para que la eterna ultraderecha española se haya puesto en cabeza de la manifestación sin que por ahora los líderes populares hayan marcado suficientemente las distancias con quienes gritan que Zapatero es un traidor y el anticristo, enarbolan la bandera franquista y regresan al «una, grande y libre».

Los intelectuales

Pero hay más. Los intelectuales, de izquierdas o de derechas, deberían salir al paso desde sus tribunas para defender –obviamente, con las posiciones críticas que tengan a bien– esa deriva hacia una sociedad intolerante e irreversiblemente enfrentada. Lo decimos hoy, convencidos de que en las próximas horas van a oírse proclamas que nos pondrán los pelos de punta y ante las cuales hay que dar civilizada respuesta.
La concesión de la prisión atenuada al etarra Iñaki de Juana Chaos, responsable de 25 asesinatos por los que ya cumplió condena y en prisión ahora por un delito de amenazas y exaltación del terrorismo, está en el origen de esta enésima ofensiva del PP contra la política antiterrorista del Gobierno. Pues bien, la decisión de trasladar al etarra a un hospital de San Sebastián y posteriormente a su casa, donde permanecerá vigilado, puede ser discutible desde el punto de vista político, pero es legal, lleva el aval del juez competente y ha sido razonada –con referencias a cuestiones humanitarias y políticas– por los principales responsables de la medida: el presidente del Gobierno y su ministro del Interior.

Es cierto que la decisión, interpretada por muchos como una cesión a ETA, es impopular. Y es comprensible que dañe sensibilidades a flor de piel, empezando por las de las víctimas. Pero es innegable que el PP ha hecho un ejercicio de exageración impropio de un partido que ha asumido y asumirá la gobernación del Estado. Poner el grito en el cielo puede servir para calentar a las bases en un mitin. Pero de ahí a llevar esa táctica al punto de crispar a la sociedad española hasta límites desconocidos hay un trecho. Sobre todo, cuando medidas de política penitenciaria sobre presos de ETA han sido tomadas desde la legalidad por todos los gobiernos democráticos, incluidos los de José María Aznar.

El espejo retrovisor

El PSOE ha sido criticado estos días por tirar de espejo retrovisor y recurrir a una especie de crítica retrospectiva del PP. Seguramente no es la estrategia más brillante. Pero también corresponde a los políticos combatir los argumentos demagógicos de sus adversarios, sobre todo cuando pasan por alto la verdad. Durante el periodo de Aznar hubo acercamientos de presos por decisión del Gobierno y reducciones sustanciales de penas por una aplicación demasiado generosa por parte de los ministros del PP del Código Penal de 1973. Hacer ahora del caso de De Juana Chaos una especie de antes y después de la democracia española es una maniobra tan burda como fue la de culpar a ETA de los atentados de Atocha.

La política antiterrorista es compleja y poliédrica. Y más en la fase terminal del enemigo violento, como es el caso. Frente a esa realidad hay dos opciones: respaldar al Gobierno aun con críticas puntuales o excitar las bajas pasiones de una sociedad muy sensibilizada para recuperar terreno electoral. Rajoy ha visto el hueco dejado por el asunto de De Juana y no ha dudado en tirar por la tremenda y llamar a sus bases sociales a una manifestación que se prevé multitudinaria. El ruido acompaña al PP. Pero la razón no».