Paseo en un estadio vacío
ENRIC GONZÁLEZ
El País, 15.02.07
El Espanyol gana (1-2) a un discreto Livorno con tantos de Moha y Pandiani, máximo goleador europeo del equipo catalán
El Espanyol mantuvo anoche su racha de éxitos en la Copa de la UEFA. El Livorno resultó mucho menos fiero de lo esperado (un caramelito, en realidad), y el equipo barcelonés volvió a casa con la eliminatoria encarrilada sin desplegar más esfuerzo del estrictamente necesario. Pandiani, ya máximo goleador europeo en la historia del Espanyol, con ocho goles en un solo año, hizo pasar muy mal rato a la endeble zaga livornesa. Quizá el Livorno echó en falta a su afición, pero el vacío de las gradas, hasta cierto punto animadas por 183 seguidores espanyolistas -por su mal comportamiento 10 fueron expulsados del avión que debía trasladarles desde Girona-, no justificó la melancolía de los locales. El Espanyol jugó bien, el Livorno jugó muy mal. El 1-2 final fue demasiado benévolo para los de Lucarelli.
El equipo toscano se traicionó atrás, como viene sucediéndole en los últimos meses. Kuffour y Galante, dos centrales lentos, con más planta que piernas, regalaron balones y espacios desde el primer minuto. Coro se movió con comodidad por las inmediaciones del balcón del área, Moha dio vida por la izquierda y Pandiani pudo trabajar sin ser apenas molestado por parte de la defensa.
Al Espanyol no le hizo falta ser especialmente pulcro en el mediocampo. El amontonamiento de jugadores del Livorno en torno al círculo central, sobre todo en cuanto Fiore comprobó que no hacía gran cosa junto a Lucarelli (activo pero confuso) y se echó unos metros atrás, propició un cierto engorrinamiento. El barullo favoreció siempre al equipo visitante, más ordenado y más sereno en las tareas de cobertura. Los balones que se escapaban hacia el área espanyolista apenas entrañaban peligro. Cuando el cuero, agobiado por el lío, huía hacia el área livornesa, sucedía lo contrario: ahí estaban Kuffour y Galante, clavados en su sitio, abriendo la puerta de la cocina a Moha, Rufete o Corominas. La velada se puso dulce para el Espanyol a la media hora, cuando Lucarelli cometió un penalti sobre Jarque y, por si hubiera dudas, Galante hizo lo mismo, de forma casi simultánea, sobre Ito. Pandiani convirtió el castigo y entró en la historia europea de los blanquiazules superando los siete goles de Camps en la temporada 1961-1962.
En el segundo tiempo, el Espanyol se hizo del todo con la situación. Le bastaba desplazar las torres en las jugadas a balón parado (Jarque cabeceó al larguero) y tocar con sensatez para desnudar al Livorno, que se desencuadernaba por el centro y se arrugaba por las bandas. A los 10 minutos de la reanudación, Kuffour, de quien nadie diría que llegó a triunfar en el Bayern, regaló un balón a Moha, y fue incapaz de perseguir al marroquí, que penetró en el área y marcó casi a placer con un tiro cruzado. El Espanyol derrochó a continuación numerosas oportunidades. Parecía en camino el tercer tanto. En cambio, llegó el gol del Livorno: Galante redimió en parte sus indecisiones atrás con un remate a la red.