Acabo de escuchar a Alvarito Rojo en el boletín de las 7 contar la muerte de dos personas, una mujer de 45 años y su nieta, en un incendio en Guadalajara. Hoy la crónica negra ha juntado a Teruel, Soria y Guadalajara. Terrible coincidencia de las provincias parias. El caso soriano produce escalofríos: un tío de un villorio perdido le pega un escopetazo a su mujer, una brasileña, que iba a iniciar los trámites del divorcio en pleno centro de la capital de su provincia. Y todavía hay quien le dijo a Icíar Bollaín, cuando estrenó Flores de otro mundo, que se había pasado varios pueblos en su relato de la inmigración rural. Habrá que leer mañana Heraldo de Soria, pero yo creo que la cineasta, que por cierto, se relacionó mucho con los pueblos de la sierra, en realidad se quedó corta. A la vista está.