Los nuevos críticos
Nos pasamos la vida llamando soberbios, tozudos y pesados a nuestros políticos y cuando a alguno se le ocurre pedir perdón, le ponemos a caldo. Por primera vez en la historia de España, que se dice pronto, el máximo responsable político ha reconocido en sede parlamentaria -no existe lugar más solemne ni público- que se ha equivocado y que, en consecuencia, pide perdón a la ciudadanía. El político se llama Rodríguez Zapatero y el error consistió en anunciar buenas nuevas con respecto a ETA justo cuando sus miembros preparaban el último crimen.
Bueno, pues el reconocimiento del error, a gusto de la fauna tertuliana, tampoco es de recibo. El ex director de El País, Juan Luis Cebrián, publicó un artículo anteayer criticando la actitud de Zapatero. Los socialistas que crecieron al arrullo del felipismo consideran a ZP como un niño malcriado, un señorito venido a más y un incapaz que no le llega a la suela de los talones a Felipe González. Y, entonces, de manera increíble, estos supuestos teóricos de la izquierda ultramoderna -o sea, la derecha embadurnada con la tercera vía de Giddens y el revisionismo de Fukuyama– se suman a la caterva de insultos de los que pasan por ser neoliberales. Tremendo. Estupefacto me tiene el diario de Prisa tratando de inútil al presidente del Gobierno por el simple hecho de hacer exactamente lo mismo que sus antecesores. Financial Times ha publicado un duro comentario hacia Zapatero apoyado, precisamente, en la opinión de la prensa afín al Gobierno (www.ft.com/cms/s/369642d4-a5d0-11db-a4e0-0000779e2340.html). Siempre nos quedará la SER, desde luego, pero el panorama anda muy crispado. En el Parlamento, pero también en la calle.
No es que Rajoy sea el único responsable de este clima -que no lo es- pero me parece que se ha pasado de rosca en sus diatribas. La dureza de su discurso del lunes supera la barrera del insulto y de las injurias. Sin embargo, al Ejecutivo le han salido críticos de nuevo cuño. De forma sorprendente, lo peor que le puede pasar a España, según algunos periodistas que pasan por ser progresistas, no es tener una oposición encanallada en la derecha extrema europea, sino mantener a un presidente que, en el peor de los casos, resulta que es un ingenuo. Primero era bambi, luego era un bambi de acero (Alfonso Guerra dixit, otro que tal), más tarde pasó a ser Zapatero ‘el Negociador’, unos meses después era un tipo sin escrúpulos que margina al PP y, al final, de nuevo otra vez, acaba siendo un ingenuo, un incapaz, un inútil y un irresponsable (los adjetivos están en la hemeroteca y los ponen Rajoy, Acebes y Zaplana, no yo).
Algo falla, desde luego, porque el mismo tipo que un día es bambi, a las dos horas no puede convertirse en el ogro más terrible del mundo mundial.
Da pena nuestra clase política, pero incluso en las catacumbas de la inmoralidad y del panorama que tenemos que soportar, creo que siguen existiendo diferencias entre Escila y Caribdis.