Editoriales
El delegado de la Junta de Castilla y León en Soria, Carlos de la Casa, al término del partido Numancia-Alavés de la semana pasada, le espestó al delegado del partido: «¿Qué pasa, que los árbitros también ayudan ahora a los amigos de ETA?». Textual. El revuelo ha sido formidable y Antiviolencia estudia sancionar la acción. En todo caso, reproduzco un editorial publicado en el Heraldo de Soria el pasado 25 de noviembre, en el que se critica duramente la actuación tanto de este señor como de la vicepresidenta y portavoz del Gobierno castellano-leonés, todos del PP. O sea, de la Junta de allí, la que gobierna y la que inserta publicidad institucional.
Qué comparación. Qué envidia.
EDITORIAL
María Jesús Ruiz, sin comentarios
No tengo que hacer ninguna valoración», aseguró ayer la vicepresidenta del Gobierno de Castilla y León, la soriana María Jesús Ruiz, cuando se le preguntó su opinión sobre el escándalo protagonizado el domingo por el delegado territorial de Soria, Carlos de la Casa, al término de la rueda de prensa que conduce todos los jueves. Se equivocó.
María Jesús Ruiz sí «tiene» que hacer valoraciones. Es su trabajo como portavoz del Ejecutivo de Juan Vicente Herrera y entre sus competencias, que son amplias, figura también la de coordinar a los delegados territoriales, ya que el Gobierno entiende que éstos son «un instrumento más para la ejecución de la política territorial del Ejecutivo regional».
Así que cuando un delegado territorial, el de Soria en este funesto caso, comete el grave error de confundir fútbol con política y vascos con etarras y lo comete además en un sitio público y en calidad de delegado del Gobierno al que representa, la portavoz de ese Gobierno sí «tiene» que decir algo. Y «debe» hacerlo. Otra cosa es que, como ocurrió ayer, no quiera. Pero entonces, la portavoz incurre en una peligrosa dejación de sus funciones y compromete al Gobierno que está representando, cuyo silencio es hoy oficial y significativo.
La dicharachera vicepresidenta, que lo es cuando sus críticas aceradas e inoportunas en más de una ocasión, están dirigidas principalmente al Gobierno de Madrid o al Partido Socialista, ayer mostró un desprecio absoluto hacia el pueblo al que representa al negarse a darle las explicaciones que los ciudadanos esperan y merecen. Porque ella, y tiene que recordarlo (o alguien debería recordárselo), representa al pueblo y los profesionales de la información que se dirigen a ella lo hacen no por ser María Jesús Ruiz, sino por ser la portavoz y porque a ellos, periodistas, les corresponde informar a ese pueblo al que cualquier Gobierno se debe. María Jesús Ruiz cree que no «tiene» que dar explicaciones a sus administrados por el peligrosísimo comportamiento de uno de sus subordinados. Mal. Pero además lo cree desde una postura de manifiesto y público desprecio hacia todo informador que no formula la pregunta que ella desea. Peor.
«El sectarismo, la demagogia y el cinismo son algo en lo que nadie puede ganar al PSOE de Castilla y León, y menos a sus portavoces y voceros», declaró la vicepresidenta en agosto de este mismo año. También se equivocó. María Jesús Ruiz Ruiz, vicepresidenta de la Junta de Castilla y León puede hoy competir en igualdad de condiciones con los que ella cree que son los deméritos de su oposición.
No conviene ver sólo la paja en el ojo ajeno.
Heraldo de Soria
25.11.06