Ahí tienen, la Catalunya de Guifré el Pilós y la de «los otros catalanes» de Paco Candel. Que un señor nacido en un pueblo de Córdoba, cuyos padres se llaman Antonio y Juana, y no Joan ni Empar, gobierne su país coaligado con un independentista de apellido con pedigrí catalán pero orígenes aragoneses, es un triunfo de la democracia. Sin peros que valgan: un triunfo de la democracia. Algún día tendrán que pasar el testigo a un negro, a una mujer o a un ecuatoriano.