La Garlopa Diaria

2 agosto 2006

La fuerza de las palabras y las imágenes

LLUÍS FOIX

La Vanguardia
28/07/2006 – 19.17 horas

Las palabras, las imágenes, la propaganda y las pasiones son las armas más poderosas que permiten hasta cierto punto que la operación israelí en el sur de Líbano no consiga los objetivos esperados.

Más de dos semanas de bombardeos israelíes y de cientos de misiles lanzados por Hizbulá contra Israel no han alterado la libre circulación de información, de imágenes, de mensajes a través de Internet, de propaganda que llega a todos los rincones de la región.

Una de las primeras incursiones de los aviones israelíes cuando empezó la campaña de Líbano fue destruir las cinco plantas de la estación Al-Manar. Luego regresaron para bombardear sobre los escombros por si quedaba alguna instalación para seguir emitiendo.

A los dos minutos la señal volvía a estar en el aire con imágenes de destrucción, de sangre y sufrimiento, salpicados con mensajes de propaganda contra Israel y contra Estados Unidos.

Hizbulá había preparado esta resistencia desde que los israelíes abandonaron el sur del Líbano el año 2000. Un grupo reducido de ingenieros, los “fedayin” de Al-Manar, transportan los equipos emisores de un lugar a otro. Muchos de ellos han sido formados en universidades europeas o americanas.

Al-Manar no es la única estación que lanza al aire imágenes, palabras y gritos de venganza y odio hacia Israel y Estados Unidos. En el momento en que Europa se involucre directamente va a ser objeto de la misma estrategia.

Al Jazeera dice tener una audiencia de más de cincuenta millones y es seguida en directo, día a día, por la población musulmana. Su base está en Qatar. Al-Arabiya, emite desde Dubai, es más ponderada pero no sigue la línea informativa que favorezca a Israel o a Occidente.

Es a través de estas cadenas desde donde se emiten los mensajes de Bin Laden y de sus subordinados y se pasan videos sobre libaneses o palestinos secuestrados por israelíes. Al-Manar ha sustituido todos los programas de entretenimiento por informativos, debates políticos y entrevistas con heridos o desplazados por la incursión militar israelí.

Los servicios de inteligencia son prioritarios en cualquier guerra y por todos los bandos. Hizbulá o Hamás no deben tener un sistema sofisticado de captura de información. Los espías son la misma gente que presentan en las pantallas en directo.

Israel y Occidente son muy superiores en efectivos militares de todo orden. Pero no consiguen silenciar las palabras y ocultar las imágenes que estos movimientos ponen en circulación a través de las ondas.

Estamos en los primeros compases de las guerras del siglo XXI. Son las guerras de la era de la globalización. Los ingresos del petróleo pueden invertirse en televisiones, radios o periódicos. Sus efectos son tan devastadores como las armas más sofisticadas.

Estos instrumentos no han sido inventados ni siquiera fabricados por los movimientos terroristas de la zona. Vienen de Occidente, han aprendido a manejarlos en Europa o Estados Unidos, y no necesitan ejércitos ni estrategias para lanzarlos contra el adversario.

Si, además, como es el caso de Hizbulá, se dispone de armas, de unos quince mil misiles según estimaciones occidentales, será muy difícil, muy larga, muy dolorosa esta guerra que empezó para proteger a los israelíes que eran atacados en Galilea y ha entrado en una fase de conflicto más extendido.

Un conflicto en el que Siria, Irán y, sobre todo, la opinión pública del universo musulmán tienen versiones suministradas por estas cadenas. Hasta el punto que en países con mayoría sunita, como Egipto, está surgiendo incomprensiblemente una simpatía hacia Hizbulá que es un movimiento nacido en el seno de la radicalidad del chiísmo.

Se sabe dónde y desde dónde proceden las armas que se lanzan contra Líbano o contra Gaza. Lo que no saben en Israel ni en Estados Unidos es dónde está Hizbulá, quiénes son sus responsables, cómo se mantienen en el aire para difundir su visión y su propaganda hacia la población musulmana.

No veo otra salida a este conflicto en el sur de Líbano que una fuerza multinacional que establezca un corredor de seguridad. Israel se encuentra con la imprevista sorpresa de que dos semanas de ataques al sur de Líbano no han conseguido sus objetivos. En este proceso han muerto y mueren muchos civiles inocentes tanto en Líbano como en Israel.

Acabo de ver la rueda de prensa conjunta de Bush y Blair en la Casa Blanca. No han ofrecido respuestas convincentes, al margen de invocar la tregua, enviar nuevamente a la zona a Condoleezza Rice y, el lunes, presentar en las Naciones Unidas un plan rápido de despliegue de fuerzas internacionales.

Tenemos, todos, un serio problema. No se calculó la peligrosidad de las ondas.