La reunión de Barreda ayer con Zapatero tenía, sobre todo, el argumento del agua como eje central. Parece que también hablaron de la macrociudad que se pretende construir en Seseña y del proyector inmobiliario que amenaza a las ruinas visigodas de Toledo. En el fondo, ambos asuntos van a parar a lo mismo. Desde hace muchos años, concretamente desde que los corredores económicos del Henares y de La Sagra empezaron a despegar, la Junta de Castilla-La Mancha coquetea con el desarrollo. Esto significa que ha permitido que en muchas localidades el crecimiento haya sido descontrolado (caso de Villanueva de la Torre en Guadalajara) y que las normas urbanísticas se estiren y se encojan en función de criterios que al común de los mortales les puede parecer no precisamente técnicos. Hablan de Seseña, pero ¿y Avelandia en Yebes? ¿Qué tipo de crecimiento se quiere en Castilla-La Mancha? Se exige a Levante que no malgaste agua y que pondere sus proyectos urbanísticos, y luego aprobamos que un señor levante 13.000 viviendas en un secarral de la estepa toledana.
Y una cosa más: ayer Barreda no habló para nada con Zapatero de aquel «plan especial de recuperación de la zona del incencio» que presentaron en La Moncloa hace justo un año. La pregunta es: ¿algún político de Guadalajara, del PSOE o de otros partidos, ha sido capaz de abrir la boca para contárselo a la gente?