La espantada de Molina
La edición toledana del ABC ha hecho poco ruido en la espantada de José Manuel Molina, presidente regional PP, a la hora de negarse a ir de candidato a la Junta. Sin embargo, ayer en su edición nacional sacaba una crónica de Cristina de la Hoz, una periodista que cubre siempre a los ‘populares’, en la que, especulando sobre el relevo de candidato, decía: «tres años ‘cultivando’ a José Manuel Molina han obviado la tarea de dar a conocer en el amplísimo territorio de Castilla-La Mancha a segundo líder, de modo que el recambio es complicado».
No salgo de mi asombro. ¿Tres años cultivando dicen? ¿Desde cuando se ha trabajado el terreno el PP en la región? El supuesto candidato Molina habrá ejercido de candidato en ciernes dentro de la vida orgánica de su partido, no lo dudo. Pero lo que es de puertas afuera ni ha aparecido ni casi se le esperaba. Apenas unas fotos en el erial de Entrepeñas han centrado sus actos en Guadalajara. Imagino que en el resto de la provincias será por un igual. Así que con Molina o sin él, el PP tiene un trabajo sin hacer en toda la región. Y llueve sobre mojado porque es una formación política que nunca ha gobernado la autonomía, que le cuesta creer en ésta, que arrastra una «provincialización» (valga el término) fruto del resultado de barones como Tomey en Guadalajara o Marina Moya en Cuenca, que no ha encontrado nunca a su candidato ideal y que encima ha tenido que vérselas siempre con un miura de la política como el expresidente Bono.
Tuve la opotunidad de conocer de cerca a Molina cubriendo el último Congreso nacional del PP para Guadalajara Dos Mil. Isabel Sánchez y yo charlamos con él un ratito e incluso se dejó fotografiar con Antonio Román, no precisamente afín. Estuvo educado, cordial e incluso se permitió la licencia de decir que iban a ganar las próximas elecciones. Román le ofreció su apoyo pero evitó decir que era el único candidato. Algo intuía o algo sabía.
En todo caso, me sorprende su salida de pata de banco, aunque desde hace tres años está muy claro que su prioridad es la alcaldía de Toledo. La cuestión ahora es bucar un candidato dispuesto a perder, que sería lo más probable. Hay quien propone a Echániz, supongo que para cargarse las cuentas de la región con un agujero igual o superior al que dejó en las arcas de la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Creo que todavía se acuerdan de él, aunque no sé si para felicitarle las Pascuas. Y encima tiene fama de poco trabajador y de que no le gusta demasiado madrugar (ver el libro PPijos, Esfera de los Libros). Una bicoca, vamos.
Ni con incendio, ni con sequía, ni con trasvase, ni con la reforma del Estatuto. Ni con un Barreda ensimismado. Ni con el apoyo de empresarios adeptos. Ni siquiera ahora que ya no está Bono. Habrá que ver lo que sucede pero el desastre del PP regional ha pasado de la ineficacia de Molina a la ineptitud de Agustín Conde, pasando por la ridiculez de Suárez Illana, la esterilidad de Molina otra vez y, finalmente, termina en un esperpento tragicómico -más bien cómico- que bien pudiera representarse en el próximo festival de Almagro. Luis de Grandes podría hacer el papel de narrador. Se sabe todos los papeles, pero nunca sale a escena.