Tengo un amigo que acaba de enviarme un email en el que me pide que olvide el pasado, sea bueno o malo, y disfrute del presente, que lo aproveche. Estoy de acuerdo, pero quizá el pasado no se ha inventado para olvidarlo. Del pasado malo, probablemente, se aprende. Y el pasado bueno, sencillamente, se paladea. Como el vino añejo. De vez en cuando hay que sacarlo de la bodega. Si no, termina picándose.