«Recordando lo rodado en Madrid, me vienen a la cabeza imágenes potentes, impactantes, trágicas y al mismo tiempo cómicas y patéticas. Me refiero a lo ya rodado en la cárcel de Guadalajara y a las escenas del secuestro de Segundo Marey. Todo lo recuerdo con una sensación de frío, en ambientes muy realistas. Obviamente, ayudan pero no dejan de ser duros» (Jordi Mollá, El Mundo, 31.01.06).