Sólo con decir que a lo mejor se podían poner de acuerdo con PSOE y CiU a cuenta del nuevo Estatut, y la que le han liado a Piqué en el PP. ¡Eso sí que es una crisis de partido! Lo lamentable es que se amoneste a los dirigentes que aceptan el diálogo y admiten coincidencias con sus adversarios y, en cambio, se prime a aquellos que niegan toda posibilidad de acuerdo y se instalan en la crispación y la oposición frontal a todo lo que diga o haga ‘el otro’. Los políticos en España, como los árbitros, son malos. Muy malos.