El empresario José Manuel Lara, dueño de la editorial Planeta, ha convocado para el viernes una rueda de prensa en Barcelona para anunciar sus planes para la próxima junta de accionistas del RCD Espanyol. El editor es dueño de la mayoría de acciones del club pero probablemente su candidato en la junta, Claudio Biern (productor de los dibujos de los tres mosqueteros y otros éxitos) perderá la pugna en favor del actual presidente Daniel Sánchez Llibre (el de los berberechos), que mantiene el apoyo de la mayoría de accionistas pequeños y medianos. El Espanyol es un club convulso, como casi todos en este país. Pero el Espanyol más. Está sometido, desde siempre, al vaivén de unas cuantas familias (los Lara, los Condal, los Martorell, los Perelló, los Sánchez Llibre…) que manejan la entidad a su antojo, al albur de lo que les sale de la entrepierna o de lo que hayan cenado la noche anterior en Via Veneto. ¿Por qué no han pactado una lista consensuada? ¿Por qué Lotina se mosquea cuando la oposición anuncia el fichaje de Camacho, no como técnico, sino como director deportivo? ¿Por qué reaparece ahora Lara, que se ha rebelado un gestor desastroso? ¿Por qué no dan la cara hombres afines a él como Crehueras, refugiado entre libros? ¿O Alfred Torras, que fue de él? ¿Por qué unos gastan millón y medio en Pandiani y otros anuncian a Morientes y luego ambos se llenan la boca con la cantera? ¿Por qué no esperan a celebrar elecciones después de la inauguración del nuevo estadio de Cornellà? ¿Por qué hacen tan complicado gestionar un club justo cuando la pelotita empieza a entrar?