Una de mis articulistas preferidas se llama Mónica Fernández-Aceytuno y escribe en ABC. Casi siempre habla de cosas del campo, de la naturaleza, de la tierra. Hoy explica que los canarios lloran la pérdida de una piedra, después de la tormenta tropical, a la que llamaban «el dedo de Dios» por sus formas. Entonces hace una conjetura formidable sobre por qué la gente puede llorar la desaparición de una piedra. Y concluye: «no era más que una piedra que ahora se volverá arrecife y se llenará de algas y de corales. Pero es que no era una piedra cualquiera sino la mezcla maravillosa de la imaginación del hombre con la roca». Hay cosas en la vida que siguen sin tener precio.