En aproximadamente once o doce días, un diario nacional ha dedicado siete portadas al ministro de moda, Montilla. No me parece normal. Cuando la noticia se enquista en la persecución, cuando nadie más sigue ese camino, el medio en cuestión se desacredita ante los lectores, que pueden llegar a pensar, por qué no, que se trata de algo personal. No lo digo yo. Me lo dijo a mí un maestro de este oficio hace unos años, cuando escribí varios artículos seguidos criticando la labor de un político concreto. La crítica -me parece- puede ser dura o liviana, pero cuando se convierte en costumbre acaba por pasar desapercibida.