Lo que queda
El diputado regional que ha sido portavoz socialista en la comisión del incendio, José Molina, se ha convertido en el Martínez-Pujalte del vodevil castellano-manchego. A los dos partidos mayoritarios, cuando hay catástrofes que vienen a cuestionar sus acertadísimas políticas, no les interesa buscar la verdad. Y entonces al frente de sus batallones ponen a los soldados más peculiares, a poder ser con un punto histriónico que roza la vergüenza ajena. Sin embargo, a pesar del bochorno, la comisión seguida en las Cortes tiene algo de positivo. Primero porque se abrió con rapidez, y por tanto, estaban recientes los hechos del 16 de julio en adelante. Y, segundo, porque en ella han comparecido casi, y digo casi, todos los protagonistas implicados en el suceso. No fue Barreda, pero ya ha hablado en tres sesiones plenarias monográficas. Sí acudieron la consejera dimisionaria, recientemente recolocada por el Gobierno central; el delegado provincial de Medio Ambiente, que el pobre, ahí sigue; los técnicos principales y algunos catedráticos y entendidos que quizá pudieran haberse ahorrado sus señorías. La derecha dura y sus albaceas mediáticos están cayendo en una explotación torticera y humillante de las consecuencias del incendio, por ejemplo, de las reivindicaciones laborales de los retenes. Es una pena, porque Guarinos[portavoz del PP en la comisión] ha demostrado un nivel bastante más alto que el de sus adversarios. Un locutor cuya nómina pagan los obispos acaba de escribir en El Mundo que lo peor que puede decir de Bush “es que ha estado a la altura de los demócratas de Nueva Orleans, es decir, por debajo del fango. Y que ha actuado con la misma celeridad y generosidad que Zapatero y Barreda en Guadalajara”. El Partido Socialista responde a estos excesos escudándose en la autocomplacencia de un dictamen que no reconoce ni un solo error. Lo que queda de todo es el drama humano, irreparable, y un ecosistema muerto. Pero también el cansancio y la indiferencia de la gente, que no se ha enterado de lo que pasó ni se fía de lo que pueda pasar.