El 7-J de Londres ya se equipara al 11-S de Nueva York y el 11-M de Madrid. Mismos terroristas, mismas bombas, mismos escenarios, mismas víctimas. Sin embargo, los políticos de la guerra de Irak no deponen su actitud. Un reportero británico reputado acaba de escribir: «Seguir fingiendo que los enemigos de Gran Bretaña desean destruir «lo que tanto apreciamos» fomenta el racismo». Yo añadiría: y decir que «nosotros defendemos el medio ambiente y luchamos por erradicar la pobreza», como dijo Bush ayer, además de ser una vileza monumental, fomenta el odio hacia todo lo que huela a Occidente.