Farsa socialista en Guadalajara
Aunque acostumbra a cenar con Aznar, Umbral dice que hay que hacer siempre periodismo contra el poder. El periodismo es crítico o no es, sostiene el maestro. En Guadalajara el poder nos lo pone muy fácil. El PP tiene bastante con zumbarse a sí mismo e Izquierda Unida ni está ni se le espera, consumida entre denuncias. En cambio, los socialistas pueden convertirse en un auténtico filón. Sólo falta que en las próximas elecciones no haya fiesta, y ya tenemos el lío en los papeles. Porque, a decir verdad, excepto algún episodio concreto o alguna pequeña píldora editorial, el polvorín del PSOE en Guadalajara todavía no ha estallado. ¿Cuánto durará el ejercicio equilibrista de sus dirigentes? Hasta el más tonto de mi pueblo se da cuenta de la farsa que representan. Pero la representan, y quizá en eso consiste este oficio. Creo que fue Churchill quien advirtió que en política están “los enemigos, los adversarios y luego los compañeros de partido”. Se lo contamos a Luis Padrino el otro día y se echó a reír. Él sabe mucho de estas cosas. Primero fueron las purgas en Diputación, luego la pelea por la agrupación de la capital y el otro día el feo que le hicieron a Moratilla ignorándole del acto en el Ayuntamiento en el que se anunció, Bono mediante, que no habrá una base aérea en el pico del Lobo. También he notado que bastantes afiliados ponen a parir a la dirección y a su secretario general, pero en privado, no vaya a ser que el partido luego sea ingrato. Jesús Alique se ha hecho dueño y señor del cortijo y pocos osan discutirle. Dicen que es un soberbio con aires dictatoriales. En Fitur, cogiéndome del brazo, me negaba la acusación. Lo cierto es que con él llegaron las mieles del éxito. Y hasta que duren. Mientras el PSOE reparta cargos públicos, es probable que el sainete siga siendo una farsa.