La sucesión real abre la puerta a la ilusión republicana
Jóvenes con banderas, padres con sus hijos, ancianos repartiendo panfletos, militantes ‘Corriente Roja’, miembros de asociaciones, músicos, actores y estudiantes con pancartas se manifestaron el domingo 17 de abril desde Atocha hasta Sol para expresar su sentimiento a favor de una democracia más participativa. Y, más concretamente, para reclamar la proclamación de la III República. La sucesión real, ya más cercana después de la boda del príncipe heredero, abre las puertas al debate y la ilusión del sentimiento republicano que, un año más, renueva el compromiso de trabajar por la superación del régimen monárquico y el programa político del mercado libre.
Las inmensas medidas de seguridad en una mañana de domingo por las cercanías de Atocha indicaban que no era un día normal. El miedo a la agitación se percibía en la cara de los policías que, mientras unos esperaban resignados, otros maldecían a “estos rojos guarros de mierda” que les iban a estropear su fin de semana. Lo cierto es que tras la agresión a Santiago Carrillo, ex secretario general del Partido Comunista, en la presentación del libro “Historia de las dos Españas” en la librería Crisol de Madrid, y la cercanía de una contramanifestación fascista, extremó la precauciones ante una confrontación que finalmente no se produjo.
Por el contrario, la manifestación se convirtió en una fiesta con charanga y música al ritmo de lemas y canciones que entonaban demandas del momento, como la regularización de los inmigrantes o la mejora de la situación en Oriente Medio. No faltaban tampoco críticas a algunas medidas políticas, como al proyecto de los “micropisos”, de la ministra de Vivienda, Mª Antonia Trujillo, ni las tradicionales reivindicaciones: “Reine la justicia, no la impunidad real. Transición real sin rey”; “El rey desde el 23-F no da ni golpe”; “Juan Carlos acelera que llega la tercera”; “Ciudadanos, no súbditos”; o “Corona, qué cruz”, entre otras. Actores disfrazados representaron simbólicamente el entierro de la monarquía y el funeral del Papa Juan Pablo II, mostrando así su rechazo hacia ambas instituciones.
En el seno de la manifestación se podían diferenciar decenas de asociaciones como “Unidad Cívica por la República”, “Asociación Manuel Azaña”, “Corriente Roja”, “Juventudes Comunistas” o “Izquierda Republicana” que, si bien trataban de buscar su propia identidad más allá del Partido Comunista, compartían el anhelo de empezar a conocer la verdadera historia de la Segunda República Española. “Nos han estado mintiendo sobre lo que ese periodo significó, del progreso económico, político y cultural que hubiera supuesto para el país”, en el decir de Mari Luz Llagos, miembro de Corriente Roja. Este sentir que aseguran ver nacer los miembros más antiguos de las asociaciones va calando en la conciencia de la gente que cada año acude con más frecuencia a los actos y manifestaciones por la vuelta de la República. Los jóvenes, menos reflexivos, pero conocedores del momento histórico que les ha tocado vivir, reivindican el derecho a la elección directa de la jefatura de Estado y a que se abran más espacios de participación social para la defensa de los trabajadores.
Hubo ausencias muy destacadas en esta manifestación. Es de extrañar la escasa presencia de políticos conocidos de las distintas formaciones de izquierdas, e incluso de personajes públicos en la pancarta de cabecera. Las caras más populares fueron Juan Ramón Sanz, secretario general del Partido Comunista de Madrid, y Ángeles Maestro, ex diputada de Izquierda Unida. La otra gran ausencia la protagonizaron los medios de comunicación, ya que el acto tuvo una cobertura insignificante, proporcionada principalmente por algunos reporteros de medios locales o independientes. De los rotativos de información general, sólo el diario “El Mundo” se hizo eco de la manifestación.
Una vez en la Puerta del Sol se leyó el manifiesto por la República, en el que las asociaciones se comprometen con los ideales de “Justicia, Libertad e Igualdad”, plasmados en la defensa de los cambios político-sociales que introdujo la Constitución de 1931. Según consta en el texto del manifiesto, en esta fecha es necesario un espacio para la memoria y para rendir homenaje a los republicanos que lucharon por la libertad, pero también un acto reivindicativo que rechace una Constitución heredera de la difícil situación de la dictadura “que pone trabas a la implantación de una estructura federal, a la separación de poderes, a la intervención política y a la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de los ciudadanos”.
Finalmente, la gente comenzó a dispersarse de una forma pacífica con la música de fondo, las banderas sobre la cabeza para protegerse de las primeras gotas que empezaban a caer, y las campanadas del reloj dando las dos.