Los fantasmas de la República
Domingo 17 de abril. Doce de la mañana. Madrileña estación de Atocha. Auténtico desfile de pañuelos palestinos, chupas de cuero, sudaderas de la CCCP (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), camisetas de Sociedad Alcohólica y Los Ramones, y, cómo no, banderas tricolor. “Vaya día nos espera con tanto guarro”, masculla uno de los antidisturbios rodeado de decenas de “grilleras” o “lecheras”, en lenguaje callejero. Sin embargo, la algarabía popular se queda en cánticos y soflamas revolucionarias, sin un solo incidente reseñable.
La fragmentación de la izquierda
A partir de la Ley de Reforma Política, promulgada el 4 de enero de 1977, España decidía la organización del Estado como monarquía parlamentaria, decisión ratificada por la Constitución Española de 1978. La elección de Juan Carlos I, “impuesto a dedo torcido por Franco”, se situaba “en un mínimo marco democrático de convivencia que no marcaba el final de camino sino el paso a otra etapa, con nuevos instrumentos de intervención política y de participación social”, según la Unión de Juventudes Comunistas de España. Para los asistentes a esta manifestación, el siguiente paso debe ser la inmediata instauración de la III República en busca de “los ideales de Justicia, Libertad, Igualdad y Fraternidad Ciudadanas herederas del legado que representó el establecimiento de la II República”, como puede escucharse en el manifiesto que pone fin a la convocatoria.
Las organizaciones sociales y los partidos políticos participantes son múltiples y variados, aunque carecen de la compañía de sus colegas más importantes. La representación de Izquierda Unida, por ejemplo, se reduce a su antigua diputada Ángeles Maestro. Partido Comunista de Madrid, Izquierda Republicana, Acción Republicana Democrática Española, Unión de Juventudes Comunistas de España, Asociación Manuel Azaña, Corriente Roja, Plataforma de Ciudadanos por la República, Izquierda Revolucionaria, Organización Comunista Octubre, Estrella Roja, Movimiento Izquierda Alternativa, Unidad Cívica por la República… ¿Unidad? La variedad de nominaciones y la separación que puede observarse entre los integrantes de cada grupo y sus pancartas identificativas a lo largo de la marcha reflejan fielmente la división de la izquierda española y mundial, al estilo de Rebelión en la granja de George Orwell.
“Juan Carlos acelera, que llega la tercera”
Suena la Internacional y los puños se alzan acompañando a las voces que la entonan al unísono. El aplauso y los vítores marcan su final, dando paso a sucesivas vivas a la República que continúan con el fervor popular al son de un grupo de percusión. Y comienzan las críticas a la monarquía. “Anda que la casa que le estamos pagando al Príncipe…”, se queja una joven entre indignada y satisfecha por aportar su propia píldora antisistema. Los cánticos se suceden sin descanso, desde los más famosos válidos para cualquier manifestación progre (“Lo llaman democracia y no lo es”; “El pueblo unido, jamás será vencido”) hasta los propiamente antimonárquicos y antifranquistas, que en estos actos populares viene a ser lo mismo (“Juan Carlos Primero, de Franco es heredero”; “Los Borbones a los tiburones”; “La monarquía a la guillotina”; “Fascismo y monarquía, la misma porquería”). Evidentemente, no pueden faltar el “España, mañana, será republicana” ni el “No hay dos sin tres, república otra vez”. Cuando se echa en falta algo de imaginación, comienzan a sonar los más divertidos: “Juan Carlos acelera, que llega la tercera”; “Queremos un pisito, como el del Principito” o “Si te han tirao la estatua, jódete”.
Pero qué sería de una manifestación sin pancartas. Y los eslóganes que pueden leerse no tienen nada que envidiar al producto de las gargantas revolucionarias. La comitiva se abre con un escueto “Por la III República”, mensaje de una cabecera llena de canas y con algún dirigente político de segundo nivel (léase Juan Ramón Sanz, secretario general del Partido Comunista en Madrid, o Jorge Leboreiro, secretario regional por Izquierda Republicana en Madrid). Los lemas que llevan ruidosos jóvenes a sus espaldas son más ácidos e irreverentes: “El rey no da ni golpe desde el 23-F”; “Ni rey, ni grey. Ciudadanos, no súbditos”; “Ni rey ni capital, república popular”; “Corona, ¡qué cruz!”; “Cara para el bolsillo, cruz para la democracia” o “Reine la justicia y la democracia. Transición real, pero sin rey”, son algunos ejemplos. Auténtica pintura corrosiva para el sistema monárquico.
Historia de las dos Españas
Curiosa es la coincidencia de esta manifestación por la III República con la convocada por La Falange en defensa de la unidad de España ante las elecciones vascas, que transcurre entre las plazas de Colón y Felipe II. El intento de agresión el día anterior al histórico dirigente comunista Santiago Carrillo en una conocida librería madrileña, donde los vándalos soltaron panfletos de la propia Falange, hace que su presencia en los medios de comunicación sea mucho mayor. Parece que esta vez los “fachas” les han ganado la partida mediática a los “rojos”. Por cierto, la charla a la que estaba invitado Carrillo versaba sobre el nuevo libro de Santos Juliá, titulado “Historia de las dos Españas”. Su irreconciliable enfrentamiento se refleja en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, centro de debate y reunión de ideologías contrapuestas, la semana anterior a las manifestaciones, con pintadas de “Zona republicana: 17 de abril, 12 horas, Atocha. ¡Vamos a por la tercera!” y “17-A. 12 h. Plz. Colón ¡ESPAÑA!”. En cuanto a sus soflamas, el “Rojo que veo, rojo que me papeo” protagonista absoluto de la manifestación fascista, encuentra respuesta en uno de los republicanos que toma la palabra en el mitin final: “A ellos sólo les queda un recuerdo. A nosotros nos queda el futuro. La República está muy despierta y en camino”.
Hasta el año que viene
Decenas de tricolores ondean a los pies de la gran bandera española que corona la antigua Dirección General de Seguridad franquista, sede de continuas torturas a los “rojos” de entonces. Precisamente a ellos, “el mayor reconocimiento, el mejor homenaje que hoy podemos dedicarles, es continuar su lucha”, se escucha por los altavoces hoy que sí disfrutamos de libertad de expresión. Concluye el manifiesto y la concentración en Sol: “Por una democracia participativa, hacia la III República” y “Por una república federal, laica y solidaria, ¡Viva la República! ¡A por la tercera!”.
Actual centro neurálgico del activismo madrileño, Carlos III se ve sitiado desde su atalaya por cientos de jóvenes con banderas republicanas que no dudan en entonar la letra apócrifa del Himno de Riego: “Si los reyes de España supieran lo poco que van a durar, a la calle saldrían gritando ¡libertad, libertad, libertad!”. La sola presencia del diario El Mundo (ni una línea en El País) y alguna otra publicación local hace pensar que la reivindicación del regreso de la República no interesa a la ciudadanía española. Así se manifiesta uno de los viandantes molesto por la presencia de tanta gente: “Yo paso de tanto rojo de mierda”. La masa se dispersa. Los bocatas de calamares y las bravas esperan en la Plaza Mayor. Hasta el año que viene. Los fantasmas de la República, que no se ven pero existen, volverán.