Manu Leguineche, el homenaje de Guadalajara
Nació en Arrazua (Vizcaya), pero en Guadalajara pasa como un lugareño más. Hace casi dos décadas se compró una casa en uno de los pueblos más hermosos de esta provincia, Brihuega. Reside en el mismo edificio que albergó una escuela de gramáticos en el siglo XVIII y donde vivió Margarita de Pedroso, el amor platónico de Juan Ramón Jiménez. Ahora descansa tranquilo el reposo de los que han observado a los guerreros. Manu Leguineche, considerado el decano de los corresponsales de guerra en España, ha dado la vuelta al mundo en varias ocasiones. Siempre se ha movido por su afán profesional: “he buscado la noticia en las guerras, las revoluciones y los golpes de Estado”, confiesa. Su mejor recuerdo lo tiene cuando entrevistó en primicia a Borges y el peor en Bangladesh, en 1971: “Vi cómo arrastraban a pakistaníes colaboracionistas con una cuerda atada a un camión, y cómo los niños eran adiestrados en rematarlos: iban clavándoles a martillazos un clavo grande en la cabeza”.
Su primer viaje fue en 1962. Cogió el ferry de Alicante y se marchó a cubrir la revolución en Argelia. Desde entonces, no ha parado de viajar. Enviaba artículos a España y trabajaba en lo que salía. Ha ejercido oficios inauditos. Incluso vendió píldoras australianas a los chinos: “me hacía pasar por ingeniero alemán: “el truco consistía en que tenía que echar un discurso: ‘soy Mister Manuel, I’m Mister Manuel…’. Entonces el chino iba hablando en chino y yo acaba traduciendo hasta en español diciéndoles lo que me daba la gana: ‘jodidos cabrones, os engañan como a chinos…Me pagaban 300 pesetas al día y mantenimiento y por cantar Granada, una cerveza al día”. Como periodista fue creciendo por su capacidad para buscar historias humanas en medio de las tragedias. Por eso no es extraño verle armado junto a los sandinistas, en Nicaragua, en 1979; degustando la carne de Siria en un viaje a Damasco en 1966; viajando en un todo terreno en el Líbano, en 1965 o tomando una taza de té junto a tres paisanos en una montaña de Afganistán. Ha sido fundador de dos agencias de noticias, Colpisa y Fax Press, pero siempre ha huido de las redacciones: “cuando voy a una, me siento como un mendigo. Te sientes como si fueras a pedir o a robar algo a alguien”. En su día rechazó las ofertas para dirigir La Vanguardia y el ABC. “No me gusta nada mandar”, sentencia.
Uno de sus primeros trabajos fue como redactor de El Norte de Castilla, en Valladolid. Allí conoció al único director que ha tenido a lo largo de su carrera: Miguel Delibes. “Él me lo enseñó todo, era un modelo de equilibrio dirigiendo el periódico”, afirma. Más tarde aprobó 32 asignaturas en tres cursos y le concedieron el título de periodista. Cuando a uno de los profesores les dijo que había estado en Vietnam, creía que le tomaba el pelo. Se hizo pronto periodista porque nunca tuvo dudas de su vocación. La mayoría de los más de cuarenta libros que lleva publicados, sobre todo grandes crónicas y reportajes de la actualidad, siempre fueron un éxito. Con el paso de los años, Leguineche se ha convertido en el ‘padre’ de varias generaciones de periodistas en nuestro país. Y, desde luego, en el maestro a seguir entre la “tribu” –término acuñado por él mismo para titular uno de sus libros- de enviados especiales. Tenía 20 años cuando llegó por primera vez a Asia y le tocó cubrir una guerra que, en su opinión, marcó un punto de inflexión tanto en política como en periodismo: Vietnam. El país asiático fue el escenario de toda una generación de jóvenes reporteros que, como evoca el propio Leguineche, “nos hemos hecho viejos en las carreteras de este continente”. El reportero Michael Herr dijo: “No tuvimos infancias felices, ¡pero tuvimos Vietnam!”. Eran tiempos de la “tribu” de las tres D que bautizó el periodista vasco: “divorciados, dipsómanos y depresivos”.
Después de dar la vuelta al mundo varias veces, eligió Guadalajara como tierra de descanso. Hace más de veinte años que encontró la primera finca donde recaló: el Tejar de la Mata, entre Torija y Cañizar. Luego se fijó en Brihuega. Jugando al mus con los paisanos o mirando el horizonte en el valle del Tajuña, o tal vez comiendo una paletilla en Las Vegas de Masegoso, Manu Leguineche es feliz en la Alcarria porque es una tierra, como él mismo reconoce, “que me ha tratado bien, la prueba es que sigo aquí”. Como en el caso de Cela, probablemente Guadalajara le debe más a Leguineche que Leguineche a Guadalajara. Ha defendido la provincia, ha hecho publicidad por todos los rincones y ha escrito dos libros inspirados en la Alcarria: La felicidad de la tierra y el El Club de los Faltos de Cariño. La Junta de Castilla-La Mancha le nombró Hijo Adoptivo de la región en 2007. La Asociación de la Prensa de Guadalajara y Siglo Futuro también le rindieron honores. Ahora es Guadalajara, la provincia entera a través de la Diputación, quien agradece el cariño y la alegría que Manu ha contagiado a la Alcarria.
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ACTOS DEL HOMENAJE
El principal acto del homenaje a Manu Leguineche organizado por la Diputación de Guadalajara tendrá lugar el viernes 31 de octubre. A partir de las 7 de la tarde, en el Centro San José, la presidenta de la Diputación, Mª Antonia Pérez León, le otorgará el diploma que le acredita como Hijo Adoptivo de la Provincia, el máximo galardón que puede conceder esta institución. En el acto se exhibirá un documental sobre el autor de “La felicidad de la tierra” e intervendrán personalidades y amigos suyos como José Antonio Suárez de Puga, Lorenzo Díaz, Manolo Millán y Carlos Sanz Establés en nombre de la Asociación de la Prensa de Guadalajara. Al mismo tiempo se presentará el libro “Guadalajara tiene quien le escriba. Homenaje a Manu Leguineche”, que recoge todos los textos escritos por el periodista vasco donde hace referencia a Guadalajara y reúne casi cien colaboraciones de destacados periodistas y escritores del país.
DOS MESAS REDONDAS
Antes de este acto, se celebrarán dos mesas redondas sobre Manu Leguineche. La primera mesa redonda será el miércoles 29 de octubre y girará en torno a su faceta de escritor. Participarán Víctor Márquez Reviriego, Javier Reverte, Andrés Aberasturi, Fernando Sánchez Dragó y José Miguel Larraya.
La segunda será el jueves 30 y abordará la labor de periodista y reportero de Leguineche. Estará moderada por Antonio Pérez Henares y participarán Enrique Meneses, Felipe Sahagún y Gervasio Sánchez. Ambas mesas redondas tendrán lugar en el salón de actos del conservatorio de Guadalajara a las 8 de la tarde.