REPORTAJE

Almiruete, las máscaras del carnaval más espectacular de Guadalajara

Las Botargas y Mascaritas de este pueblo serrano celebrarán esta fiesta tradicional el 2 de febrero Son quince botargas hombres y quince mascaritas mujeres ataviados con trajes de origen medieval
En un pueblo recóndito de la Sierra de Guadalajara sobrevive una fiesta tradicional con varios siglos de existencia. Quizá por su situación geográfica, tan apartado, ha podido llegar hasta nuestros días una tradición tan atractiva y original como las botargas y mascaritas de Almiruete. Son los protagonistas del carnaval de este pueblo y un emblema de este periodo en la provincia. Más de treinta personas participan en la organización de esta cita. El próximo sábado 2 de febrero, a las cuatro de la tarde, volverán a salir a sus calles. A cumplir el rito. A despedir anticipadamente el invierno. Con sus trajes vistosos, sus máscaras y sus clásicos cencerros.
Nueva Alcarria, 14.01.08
Raúl Conde

Un reportaje aparecido en El Mundo el pasado año por estas fechas retrató el carnaval de Almiruete calificando a éste de “pueblo manchego”. Es probable que no exista un paisaje y un pueblo tan alejado de las características de La Mancha como Almiruete. Enclavado en la Sierra del Ocejón, entre abigarradas cuestas y casas de piedra con tejados de pizarra, Almiruete es la antítesis de la llanura y la blanca arquitectura manchega. Primera precisión, por tanto: Almiruete es un pueblo clásico serrano que está a muy pocos kilómetros de Tamajón, municipio al que pertenece. Estamos en Guadalajara. En el corazón de Castilla. Ni la historia ni el folklore entienden de comunidades autónomas ni inventos constitucionales.

El carnaval de Almiruete desapareció en los años sesenta. A partir de 1981 volvió a celebrarse. El sábado anterior a carnaval se reúnen en secreto botargas y mascaritas para preparar los atuendos que lucirán durante los carnavales. Fernando Muñoz es el presidente de la Asociación Cultural Botargas y Mascaritas de Almiruete, entidad que organiza esta fiesta centenaria. “Parece ser que el origen de esta fiesta es medieval, pero no sabemos exactamente cuando ni por qué empezó a celebrarse”, confiesa. “Lo que sí sabemos es que en la época medieval ya se festejaban los carnavales, era una especie de despedida del invierno e inicio de la primavera”, agrega.

Las botargas y las mascaritas de Almiruete saldrán el próximo sábado 2 de febrero a las cuatro de la tarde. Quince hombres se disfrazan de botargas y quince mujeres de mascaritas. Dan dos vueltas al pueblo. Con sus trajes multicolores, sus máscaras y sus cuatro o cinco cencerros por botarga. Luego los botargas recogen a las mascaritas. A las seis, persiguen una bota de vino y ríen junto al público, que debe ir bien pertrechado de ropa para soportar el frío que suele hacer cada año. Los botargas beben vino en compañía de las autoridades y corren tras el que se atreve a arrebatarles el botillo (la bota). Después, se hace la cuestación (pedir el aguinaldo), que puede ser de dinero o alimentos para una cena que comparten todos sin dejar que los casados participen. La fiesta termina merendando unos chorizos en la plaza del pueblo. Todos en armonía. Viviendo el carnaval sin lujos ni boatos, como en otros puntos de España. Pero con mucha elegancia y un respeto escrupuloso por la tradición. “Nuestro objetivo es mantener la tradición siendo lo más fiel posible a como se hacía en la época medieval”, sostiene Muñoz en nombre de los organizadores.

Las máscaras de las botargas tienen aspecto fiero, en contraste con la elegancia de las mascaritas. Las botargas van ataviadas con polainas, cencerros, mantones, sombreros de diverso colorido. Atraviesan los campos y se aproximan a la ciudad, para más tarde entrar en ella bajo un ensordecedor estruendo provocado por los cencerros, señal que también sirve par avisar a los vecinos de Almiruete que el espectáculo ya ha empezado.

Traje multicolor

El lugar donde se visten las botargas y mascaritas es secreto. O al menos se intenta, a pesar de que el pueblo no es grande precisamente. Los hombres —las botargas— se esconden tras las máscaras de cartón, o escayola, de vivos colores que son representaciones de animales o personajes diablescos y están rematadas por una especie de tiara adornada con flores de papel. Van provistos con cuatro o cinco cencerros cada uno sujetos a la espalda cuya misión será la de “espantar a los espíritus” haciéndolos sonar al andar. Cada cencerro cuesta unos 50 euros. El traje de los botargas está valorado en unos 200 euros. Su valor histórico es incalculable porque, tal como señala Fernando Muñoz, “los atuendos también proceden de la época medieval, las máscaras tienen que ser del campo, cosas que nos encontremos en el campo como cáscaras o algo así, en representación de los animales”. Al final de la fiesta, los botargas se quitan las máscaras y los capirotes que llevan y lo cambian por un sombrero negro. “Es como se hacía antaño”, recalca Fernando.
Los botargas llevan en la mano un bastón, que es la representación del pastor, puesto que el ganado es la principal actividad de Almiruete. Se cubren con un blusón blanco, cruzada al pecho una banda negra, polainas del mismo color, abarcas y los dirige el llamado alcalde de los mozos. Por otra parte, los trajes de las mujeres, las mascaritas, son blancos, de volantes trabajados bordados en casa y mantones. En cuanto a la máscara, es de tela con mirillas para poder ver. Tienen un especial encanto que hace fuerte contraste con los trajes de los hombres.

Cuando todos los preparativos han finalizado, se hace sonar una cuerna y se colocan en fila india para entrar en el pueblo y recorrerlo por tres veces. La gente sale de sus casas al poco que empieza a escuchar los cencerros. Y también los turistas. La fiesta lleva celebrándose durante 25 años consecutivos desde que se recuperó a principios de la década de los ochenta. Es un símbolo del carnaval de Guadalajara. y el tirón turístico se deja notar: “Cada año vamos notando que el público aumenta, al principio éramos pocos, sólo los del pueblo, pero ahora viene mucha gente de fuera del pueblo”, señala Muñoz. Los carnavales se dejaron de practicar en Almiruete por la prohibición impuesta durante el franquismo de salir enmascarados. Todavía se acuerdan los mayores del lugar la “somanta de palos” que les dio la última vez la Guardia Civil por colocarse máscaras. Lo que ha cambiado este país. Ahora esta tradición sirve para que el pueblo se reúna y para atraer visitantes. Almiruete, una pedanía del Ayuntamiento de Tamajón, cuenta con una casa rural, un hotel rural y varios apartamentos rurales.

Además de la fiesta de botargas y mascaritas, otro de los atractivos para acercarse hasta Almiruete es el Museo de Botargas y Mascaritas, inaugurado hace dos años. Fue el 4 de febrero de 2006. Se trata de una exposición permanente que explica lo que es el carnaval y los principales elementos de esta tradicional fiesta. El museo está construido sobre el solar donde se asentaba el Ayuntamiento de Almiruete, demolido en el año 1984 por el Ayuntamiento de Tamajón al cual pertenece desde el año 1970. Con el museo, se ha remodelado todo el entorno.

Varios folkloristas y etnólogos se han fijado en la fiesta carnavalesca de Almiruete. El investigador José Ramón López de los Mozos, en su libro Fiestas Tradicionales de Guadalajara, escribe: “se trata de un grupo de botargas y enmascarados que recorre las cuestudas calles del serrano pueblo de Almiruete. Después de sonar la cuerna llegan las botargas, más de diez, procedentes de los cerros cercanos. Van vestidas de blanco, cruzando el pecho una faja negra, como las polainas, cubierta la cabeza con una especie de tiara adornada con florecillas de tela de distintos colores y tapando la cara con una máscara. A la mano, una cachiporra sencilla. Producen un estridente sonido al mover los cencerros de gran tamaño que llevan a la cintura”. La descripción sigue. El caso es que produce verdadera satisfacción que un pueblo como Almiruete, que no goza de los recursos económicos ni las ayudas que otros pueblos más grandes, conserve con tanto celo y delicadeza una de las tradiciones más ancestrales de Guadalajara. Porque el carnaval no acaba en Canarias.

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GUÍA

• CÓMO LLEGAR:
A 57 kilómetros de Guadalajara (por la N-II), siendo la población importante más cercana Tamajón (a 5 kilómetros). Almiruete, en la serranía del Ocejón, es una pueblecito de casas de piedra y tejados de pizarra.

• DÓNDE DORMIR:
En la Casa Rural Las Peonias en el mismo Almiruete (Tfno: 949 82 30 02), emplazado en un casa restaurada del siglo XVII. También en La Posada del Abuelo, ubicada en los alrededores de Almiruete (Tfno: 657 08 21 50) con espectaculares vistas. Otra opción es el Hotel Rural Tamaya, en Tamajón (Tfno. 949 85 91 87).

• DÓNDE COMER:
En el restaurante Asador Camping, a tan sólo dos kilómetros de Tamajón (Tfno: 949 85 91 74), está especializado en cordero en horno de leña. Otra buena opción es el restaurante La Tienda, en Tamajón (Tfno: 949 85 90 22); por sus platos típicos y carnes.

• OTROS CARNAVALES:
En Cogolludo salen Los Chocolateros en la tarde del miércoles, personajes con careta blanca que untan a las mujeres de chocolate. El chocolate simbolizaba la tentación, por eso las mujeres se encerraban. En Espinosa de Henares se adorna un gallo y se recorre el pueblo.

• INFORMACIÓN:
En el Tfno: 949 85 90 21.