Entrevistas

17 abril 2006

DAVID TRUEBA, DIRECTOR DE CINE

«El periodista es el villano de hoy»

"Tengo 36 años. Nací en Madrid: éramos ocho hermanos y mis padres nos sacaron adelante en una portería. En el cine y en ´Bienvenido a casa´ quiero celebrar la vida a través de la risa y la emoción. Estoy casado con Ariadna Gil, tengo dos hijos. Aspiro a ser un empleado más de mis películas y no el cineasta que impone su ego al equipo y al público. La verdadera ternura suele ocultarse bajo una capa de cinismo"
Resulta un agradable y constructivo relajo entrevistar a David Trueba, porque en la charla, cargada de matices y de interrogantes, el cineasta se busca en los demás y no se encuentra en la exhibición de su propio ombligo. Habla quedo, sin alharacas ni fórmulas ni proclamas. De ese modo logra hacerte partícipe de su cotidiana recolección de las pequeñas verdades que hacen las grandes películas. Y todos los detalles le interesan y quiere aprender y te da la razón en la medida en que la tengas, sabiendo que todos tenemos un poco de verdad y nadie la tiene toda. Le veo de promoción de su ´peli´, cierto, pero también gozosamente metido en el oficio de vivir, para así progresar, esto es, hacernos disfrutar, en el del cine sin ego
La Vanguardia, 16.04.06
Lluís Amiguet

He hecho una película de periodistas, que es un género cinematográfico en sí mismo.

-Al menos desde la ´Primera Plana´ de Wilder.
– ¡Cuánta actualidad hay en esa comedia! Yo me conformaría con retratar una profesión que se ha convertido en España en un subgrupo social, los periodistas. El periodista es el villano de hoy, pero también el héroe.

– Ya me presentará usted a algún héroe.
– Los hay. Hay periodistas que están jugándose el tipo cubriendo el conflicto de Sudán sin pagarse apenas los gastos y hay otros periodistas que ganan una millonada participando en salsas rosas husmeando braguetas. Y suelen dar la impresión de que disfrutan haciendo ese papel de villanos que destripan al famoso.

– Las audiencias mandan y pagan.
– Habría que ver también cómo se miden las audiencias de televisión y a qué nos están condenando.

– Eso no es sólo culpa de la prensa.
– Lo que me ha interesado a mí, y recuerde que también estudié periodismo, es la calidad del periodista como material humano: son como bomberos que, en el incendio cotidiano de la realidad, tienen que ponerse el traje de amianto del cinismo para protegerse y poder sobrevivir.

– Pero su mirada de cineasta sobre esas criaturas también es tierna.
– Porque creo en la capacidad del cine para hacernos recuperar las cosas pequeñas. Yo aspiro a retratar lo cotidiano hasta tomar conciencia del momento para volver a ver lo de siempre con otros ojos. Y cuando la miras así de cerca, la vida es como un puzzle agridulce con algún sobresalto felliniano.

– El pectoral de Concha Velasco.
– ¿Verdad? ¡Concha desmiente su edad con esos pechos! Fue una emocionante sorpresa para todo el equipo del rodaje descubrir allí la juventud de su cuerpo.

– O el testículo que se aprieta Jorge Sanz hasta las lágrimas…
-… para enternecer a sus ligues hasta llevarlas a la cama. Tal vez sea el momento en que he visto reír a la gente con más ganas. La ocurrencia es de un amigo, pero la recogí en el guión, porque refleja muy bien el exceso de testosterona en el que todavía chapotea media España.

– ¿No aspira al cine ‘de autor’?
– Hay demasiado divismo y autoritis en el cine europeo, hasta el punto de que el ego del director eclipsa cuanto tiene que decir. Algunos de esos autores se pierden en un delirio autista subvencionado con dinero de todos. Hacen sus películas para ellos.

– ¿‘Bienvenido a casa’ es una comedia de oficio?
– Ojalá. Yo he querido ser un empleado más de mi película y no su autor omniscente. Lo que he hecho es ponerme al servicio de la película. Aspiro a recuperar el sentido del oficio en el detalle de una comedia. Creo que las grandes películas son las que nos permiten reconocernos en lo pequeño y volver a vivirlo como si fuera nuevo, y para lograr ese pequeño milagro sobra divismo y hace falta humilde oficio.

– ¿Por qué Madrid siempre resulta maldito pero insustituible?
–Es la tradición lírica sobre la villa y corte, que canta a esa relación atormentada. Calamaro ha escrito una canción para la película que refleja muy bien esa tradición. Hace años vivimos juntos en la calle del Pez, centro pero barrio, donde todavía el quiosquero te conoce y saluda cada mañana. Y desde siempre, yo estoy dispuesto a hablar mal de Madrid como el que más, pero también a disfrutar de sus cielos rotundos. Y a recordarlos.

– Nadie habla mal de Barcelona.
– Con razón. Ya le digo que no conozco a nadie que hable bien de Madrid. Todo el mundo echa pestes, aunque he observado que los catalanes, cuando llegan a Madrid, viven un terrible shock durante dos o tres semanas, pero cuando se instalan le pillan el gusto como el más castizo y después siguen hablando mal de Madrid, como todos, pero ya están enganchados.

– Su película resulta casi natalista.
– Los niños son un accidente que te obliga a replantearte tu propia vida. Tengo muchos amigos que, como el protagonista de Bienvenido a casa reestrenan exigencias morales que habían dado por perdidas.

– “Porque siento que ahora mi hijo me está observando”.
– Sí, tu hijo te obliga a vivir de otro modo, o por lo menos a intentarlo. Mis padres tuvieron ocho hijos en una portería y lucharon hasta el punto de sacrificar su propia generación por la siguiente. Pero recuerde que también hay en la película quien afirma que los hijos son unos chupasangres que te vacían para acabar pisoteando tu tumba.

– Pero al final babean con bebés.
– Ternura y crueldad son las dos caras de la moneda de la vida…Y del cine.