Consejos de Raúl del Pozo
Confieso que Raúl del Pozo no es una de mis lecturas predilectas, pero esto no tiene ninguna importancia porque se trata de uno de los periodistas más reconocidos del país, con una trayectoria notable, con buenos libros a sus espaldas y con una legión de seguidores.
El periódico en el que escribe desde hace años le eligió para sustituir a Umbral en la columna de la Última cuando éste falleció. Era el relevo público y oficial de la buena pluma, dicho con todos los respetos. O sea, del mejor periodismo literario que, en España en general y en Madrid en particular, goza de una saludable reputación.
El caso es que a mí me parece que Del Pozo, que aveces me da que anda más pendiente de la estética que de la prosa, ha escrito un texto formidable para cerrar el suplemento que El Mundo publicó el jueves después de la entrega de sus premios anuales. Un artículo de esos redondos. Bien ahormado. Muy bien escrito. Con talento. Con fondo. Y con la textura de quien ha escrudriñado ya todas las etapas del oficio.
Conviene leer esta columna enterita, pero al menos ahora rescato estas perlas:
«Yo pienso que escribir no es una comedia, sino, en muchas ocasiones, un drama y hasta un suplicio».
«La profesión de escritor o periodista es fácil si te limitas a colcoar un párrafo detrás de otro como suelen hacer innumerables colegas, pero si aspiras a dejar tu propia manera de respirar en el mundo, a emplear el vocablo con su adjetivo exacto, al ir componiendo la prosa con ritmo, precisión, claridad y alguna belleza, si pretendes no aleccionar, no aburrir, no sermonear, no dormir al lector, teniendo en cuenta que muchas veces la escritura se usa como somnífero, el trabajo de escribir es difícil, intrépido, casi sobrenatural».
«El lector no siempre necesita genios para leer después de la tostada, sino hallar el texto de alguien que le cuente lo que pasa con claridad y, si es posible, con ritmo, buen lenguaje y belleza».