Turismo

2 marzo 2006

Contracrónica de Fitur

Guadalajara Dos Mil, Enero 2004
Raúl Conde

Cuando abandoné Fitur el miércoles, al filo de las dos de la tarde, el Rey y la Reina no habían visitado el espacio de Castilla-La Mancha en la inauguración de la segunda feria turística más importante del mundo. Fitur es, con diferencia, el mayor núcleo de concentración por metro cuadrado de alcaldes, presidentes y concejales. Pero está bien, el objetivo fijado se consigue: Guadalajara suena, los folletos van que vuelan y las degustaciones están que te mueres.

El stand de nuestra provincia, incrustado en la esquina del pabellón 7, es el que más suplementos de periódicos reúne. Las azafatas de los mostradores son amables y guapas. En la barra del bar se afanan en servir unos vinos. Carlos Sanz me cuenta dolido lo mal que están los compañeros en la Cope. Felicito a Ángeles Yagüe por su nombramiento como candidata de IU a la Junta. No sé si a ella le hace mucha gracia la idea de marcharse a Toledo. Alique, mientras, está que se sale. Reparte abrazos, toma notas, atiende a los micrófonos y desgrana el proyecto de un centro de interpretación turística para el castillo de Torija. Al pueblo de la autovía le ha tocado la china con el basurero provincial, así que la compensación tenía que estar a la altura. Después me hablan de la ruta del vino, de los folletos y, cómo no, de las elecciones. Fitur 2003 es la feria de las elecciones. Hoy viernes el presidente Bono acude a ver cómo está el cotarro. Bastante controlado, desde luego, pero también nervioso. Todos piensan en el 25 de mayo, día de los comicios autonómicos y locales. “Aquí cada uno viene a vender su burra”, me dice un veterano de estas lides. “Ganamos seguro la Diputación”, vaticina la alcaldesa de Alovera. En esas aparece Adolfo Suárez Illana, que es clavadito en el físico a su padre. Se deja fotografiar, apenas habla y se marcha escoltado por los diputados del PP. Da la impresión de ser un muermo de hombre, mucho lo van a tener que arreglar para la campaña. El alcalde de Sigüenza también pide un refrigerio. Al otro lado del bar, los políticos socialistas imagino que hablan sobre las candidaturas que aún no están cerradas. Desde luego, ésta es una de las mejores ocasiones para trabajar de fotógrafo.

Aprovecho la acreditación para darme un garbeo por Ifema. En el stand de Madrid hay una multitud desorbitada de cámaras, señores trajeados y mujeres con pinta de repipis. Compruebo que pasean por allí el jefe del Estado y su mujer, junto a Rodrigo Rato, Ruiz Gallardón, Álvarez del Manzano, Fernández Tapias y todo un reguero de pingüinos. Los guardaespaldas casi no me dejan pasar, pero al final lo consigo. Don Juan Carlos tiene un color rojizo en su cara del que deduzco que no pasa hambre. En la plaza alcarreña, la feria continúa con el botarga de Humanes y mañana los danzantes de Galve. “¡Avisa a Gregorio, que se acaban los canapés!”. ¿Tú que te llevas, macho? Un bloc de notas, dos cañas y un pincho de chorizo. Supongo que de Atienza, claro.