La curiosidad de viajar
Se dice que los mejores viajes son aquellos de los que no se regresa. No sé. El hecho es que se habla más de lo que a uno le ha pasado, de su aventura, si es que la habido, poca o mucha, que del regreso. Porque el retorno es el punto de partida, las mismas caras, los mismos despachos, los malos rollos de los que uno ha huido. Se sabe mejor de lo que se huye que lo que se busca. Hay quienes viven como el camello que almacena agua para días e incluso semanas de sed ,con el recuerdo de lo viajado y vivido. Mientras tanto preparan sobre el mapa otros destinos.
El viajero más pelma, el aguafiestas es el que al regreso, cuando hablas de tu peripecia te pone en tu sitio y con cara de suficiencia te suelta el tío:
«Te has equivocado. En Costa de Marfil hay un pequeño restaurante escondido al lado de la plaza central de Abidján, según se mira a la mezquita, que se llama «Luna del desierto». Lamento que te lo hayas perdido, porque es de lo poco que merece la pena. Sirven los mejores pinchos morunos de todo el Africa Occidental. Ya lo sabes para otra vez».
O sea: eres un pardillo, un viajero de pacotilla, un ignorante crónico.Si la curiosidad es el tuétano del viaje, ¿cómo es posible que no te hayas informado bien antes de partir para sacar todo el jugo a tu excursión?
Estos señores en posesión de la verdad son unos profesionales en la tarea de enmendarte la plana. Se las dan de auténticos viajeros y reprochan al turista que eres tú o soy yo, el hecho de preparar mal los viajes, de no aprovecharlos. En suma de trivializar el mundo. Lo que hace este tipo de viajero es establecer la diferencia. No te lo cuenta en buen plan, con afán cariñoso y didáctico, «mira la próxima vez no olvides el «Luna del desierto», tuvimos suerte al conocerlo y lo pasamos muy bien» sino que te riñe, afea tu despiste y tu incompotencia. Es un sádico, un competitivo, un maleducado. Se apropia del mundo y sólo vale su mirada. ¿Su propósito? Arruinarte el viaje a posteriori. Te deja hecho unos zorros. «Si seré tonto ¿cómo nadie me informó sobre el Luna del desierto?». Lo peor es cuando el pelmazo de salón vuelve a la carga: «¿estuviste en un rincón de la selva que se llama «Le paradis de la solitude»?. ¿No?. Pero bueno qué clase de viajero analfabeto eres… ¿No sabias, nadie te informó que ese rincón es el refugio de unas gaviotas negras de pico dorado y patas azules que son únicas en el mundo?». Tocado otra vez. Pero cuidado, puede insistir con una playa desconocida y olas fantásticas para el surf o con un mercado en el interior en el que se venden los mangos más exquisitos que se hayan conocido. Todo eso no viene en la guía, pero es que estos cagapoquitos se inventan a veces paraísos que sólo existen en su imaginación con tal dejarte en evidencia.
Tú no has visto nada de eso, no has disfrutado de esas y otras bicocas y te sientes frstrado: Siempre hay alguien que ha visto un país distinto al que tú has visto porque lo que quiere es fundirte los plomos, dejarte como un trapo.
En el otro extremo figuran los que cuando tù comentas lo bien que te lo has pasado en Cartagena de Indias, salen por la tangente y lo ponen todo de negro, que si en los macarrones habia una cagada de chivo, que si las moscas no te dejaban dormir, que si te robaron la cartera de un tirón, que si el aire acondicionado no funcionaba, que si la gente se pasaba todo el día tocando los guitarrones. En cambio, añaden, el año pasado en Bali lo pasamos genial. !Qué limpieza en el aire y el agua, qué papayas tan ricas, qué atardeceres de tarjeta postal!.
Tú que estabas tan orgulloso de tus devaneos por la isla africana o por la meseta abisinia. El viajero que se las da de culto y exquisito puede hacerte la vida imposible.»¿Cómo? No puedo creer que te perdieras el lago que hay junto a Borobudur. Si fue allí donde se bañó el Buda y perdió un diente, hoy reliquia nacional…» «pero hombre, añade irritado, !cómo podéis preguntar por el resultado del Real Madrid-Recreativo de Huelva si nos encontramos ante una de las grandes maravillas del mundo! !Esto es una profanación!
A estas alturas de la película todo está visto. Estos puristas protestan por los estragos que causa el turismo. El otro día sonreí al leer unos párrafos del escritor francés L.Bertrand en Egipto en 1910, atención a la fecha: «De un extremo a otro os encontráis, por así decirlo, en el límite. Cuando no son los conductores de la agencias son los ganchos de hotel, vuestros guías o vuestros intérpretes quienes dirigen vuestros pasos y vuestras acciones, quienes os aturden con su verborrea y sus camelos, quienes deciden en última instancia sobre lo que debéis o no debéis ver. Y de esta manera la realidad os llega deformada, como un texto que se lee a través de la traducción».¿Te suena esto a algo, querido lector, más de noventa años después?
El llamado viajero por antonomasia quiere apropiarse del paisaje, que sea para él solo. Es un exhibicionista, un egocéntrico. «No quedaba un solo turista; todo nos pertenecía». El viajero, este tipo de viajero, desprecia la democratización del viaje porque quiere estar solo. Es el que luego te echará en cara que te hayas perdido lo mejor, que sólo él ha tenido el privilegio de visitar el paraíso. Tú, pobre turista despistado, eres un depredador universal, un sacrílego de la geografía, un analfabeto en el arte de viajar. Si vas en tren te dirán que eso, el ferrocarril representa la abolición del esfuerzo, que hay que ir en burro, en camello o a pinrel, que hay que sudar la camiseta, que todos, salvo él han perdido la esencia del viaje. No se enteran, es que no se enteran.
El peor turista es el que pretende que no es turista. Su problema es que lo es.