Vida privada
Ayer preguntaba en este blog si un ciudadano tiene derecho a conocer la vida íntima de un político, si ésta entra en contradicción con el discurso político que abandera. Hoy aparece un artículo purificador en El País firmado por Francisco Peregil (recuerdo su estupendo libro «Reportero en Bagdad»). Habla de la facilidad con la que circulan los bulos en una sociedad red como la nuestra. «Lo único verdaderamente importante de los políticos es su vida privada», dice Javier Gomá, premio Nacional de Ensayo en 2003.
Al hilo de todo esto, y para los puritanos a los que se les pone los pelos como escarpias cada vez que se habla de vida privada, les remitiría al extraordinario reportaje de John Carlin en el cuadernillo «Domingo» de El País sobre Ban Ki-moon. El periodista detalla que «el secretario general de la ONU siguió de vacaciones tras estallar la guerra en Georgia». Lo explica con pelos y señales. Indagando en su quehacer diario más allá de su despacho. ¿También eso se puede considerar intromisión ilegítima en el derecho a la intimidad?